¡Las putas no se enamoran! Por eso vengo tres veces al mes, decía el tío Pepé empinándose un vaso de whisky en las rocas. Lo escuchaba con la atención de quien apenas ha ido a un par de sitios nocturnos llenos de chicas de vida ligera, pero eso si, a mucha honra, de los mejores.
De ese con nombre de promesa angelical cualquier Guayaquileño que se precie de serlo debe tener alguna anécdota, un clásico flirteo con el desastre, que es como yo creo que deben llamarse a las experiencias con las putas, no merecen menos. No me he tirado a ninguna, pero ¡¡¡Cómo me gustan!!!Se trata, sin duda de personajes plenos, con una personalidad, una carga imaginaria, impresionante, nutridas en lo físico, para este oficio hay que estar en forma rezan al unísono si se lo preguntas; ricas en lo que cabe imaginarse es esa vida de excesos. Algunas tripean si no les vas de una con que te lo chupen, a mi no me gusta el sexo oral y como nunca uso condones no me he tirado a ninguna, explico y mi tío Pepé se echa a reír con descaro y me ve con un dejo de lástima, dándome una palmadita en la espalda a modo de pobrecito el muchacho. Si les dices que no usas condón para quitarte el tema de tener sexo en un reservado y que la cosa se ponga cara, te dicen de inmediato tranquilo papi, que yo te hago acabar con la lengua, pero ya lo he dicho: a mi no me gusta, a lo que te ven con cara de que eres el tipo más raro que han conocido y seguramente conocen muchos, quizás demasiados y por eso piensan que todos somos iguales y nos gusta la misma vaina, conmigo se jodieron, no funciono como los demás, aunque mi fetiche por los tacones de aguja, las uñas acrílicas que te rastrillan la espalda, un par de tetas a punto de reventar un brasiere, eso, indudablemente, lo comparto con todos mis congéneres, aunque seguro habrá alguno que las prefiera lisas, con unos limoncitos, pero no sé dónde coño las va a encontrar así en este país, en el que las mujeres de a pie, las de civil, andan por ahí con unas 34D de promedio, ¿cómo van a ir las putas de menos que eso? Pero, bien dice mi tío que las putas no se enamoran, el código del oficio les prohíbe besar en la boca, eso sólo lo hago con mi novio, suelen aludir, un beso con lengua incluida es una cuestión sentimental para una puta y por favor, conste que no digo puta en sentido peyorativo alguno, eso de prostituta no me va, carece de fuerza. A mí me beso una un día, enseguida voltearon a verla todas sus amigas, ella sonrió y se explico con una frase: ¡¡¡Me provocó chica!!! En respuesta a un agarrón en el brazo a modo de reclamo que le hizo la chica más cercana. Le dejé unos billetes en la línea que dibujaban sus senos entre sí, espléndidos, si los tenía operados o no, a mi eso no me importa.
Por esa manía mía de literaturizar la vida, pensé en aquel libro, especie de diario: El dulce veneno del escorpión, autoría de la puta brasileña Bruna Surfistinha, una digna representante del oficio; en mi ensimismamiento el par de chicas que tenía junto a mi se miraron, me miraron e incrédulas ante mi indiferencia indagaron, tan sutilmente como les correspondía, qué coño me pasaba, se me ocurrió y así se los sugerí preguntarles algunas cosas, al modo de los típicos cuestionarios que les hacen a las modelos y actrices en las revistas femeninas, sonrieron con sarcasmo y accedí a brindarles otro trago a cuenta del esfuerzo, está bien les brindo otro, pero me tienen que responder, money talks, en esta vaina todo es asunto de billete, pide, paga y se te dará, por cortesía de tu cartera claro está. Solté la primera: ¿Cuál fue el último libro que leyeron? Pausa silente, ¿De qué va este tipo? Pensarían; Papí, tu lo que eres es un intelectual, ¿verdad? No chica, nada de eso, es que hay un libro escrito por una puta pero dudo que lo haya leído alguna, me pareció divertido, ¿si se los regalo lo leerían? No sé, ¿Cómo se llama, es triste? Ya les dije que me divertí y la tristeza no divierte, ¿O sí? Algunas veces mi amor, una buena borrachera y una buena noche para drenarla la hacen divertida. Perspectiva clásica de puta despechada, no lo dije, sólo lo pensé. El mesonero traía la nueva ronda y de un solo trago vaciaron medio vaso cada una. Certeza: esa vaina es agua con colorante y aroma artificial. Si, dijo una, lo recuerdo, fue Verónica decide morir, hace tiempo. Lo sabía: Coelho, a ese viejo del coño lo leen hasta en los burdeles. Envidia. Es que una amiga se quería morir cuando la dejó su marido y se llama Verónica, así que me llamó la atención. Yo me leí un kama-sutra para hombres, ¡Aja!, se pone buena la cosa, pensé. Me sabía todo lo que decía la vieja que lo escribió. Literatura del oficio, pensé sin hacer ningún comentario. En eso, repentinamente, olvidé todas las preguntas que me había imaginado, tantos cuestionarios de revista Tú, Seventeen, Eme, Urbe Bikini, Cosmopolitan, y para usted de contar, para que cuando, ¡Por fin! Te van a servir de algo que no fuese reírte, se te olvidan. Bueno, haciendo tiempo,en realidad conozco varios libros escritos por ex-putas, aquello sonó como si se tratara de ex-convictos reinsertados en la sociedad o algo así, ¿Ex-putas? Eso está buenísimo, aquí todas siempre vamos de ex-algo. Ex-vírgenes por ejemplo, dije y se volvieron a cagar de la risa, fue entonces cuando noté que una llevaba un piercingen la lengua, tenía una bella sonrisa, o bueno me gustó como sonrió y sentí que de entrar en batalla la tendría perdida, bien dijo el gran Napoleón: “Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo”, ¡Qué grande el Napo!, casi argentino… Quise huir, pero hasta para huir había que pagar y los mesoneros no estaban a la vista. Y mierda, de pronto me di cuenta que el tío Pepe tenía rato no sé dónde coño y aunque quise y me imaginé que llegaba cuan Gandalf en el último momento de la batalla del Abismo de Helm en El Señor de los Anillos, llegó, pero no como refuerzo, sino como cómplice: lo traían de los brazos dos putas más, unas morenas de metro setenta y cinco más los quince o veinte de tacón de aguja. Al instalarse entre nosotros, supe que había dos opciones: llamar a un amigo o usar el cincuenta y cincuenta, descartado eso de consultar a la audiencia. Nadar o morir en la orilla, qué carajo, primera opción: eché mano de mi móvil, mensajito de texto y por respuesta ahí estaban las preguntas que me recordaron, me sentí salvado por la campana. Por esas vainas del destino y como buen hombre, mientras pensaba en dejar a mi tío a expensas de su alta experiencia en putas, su especialización y maestría en entrepiernas de alquiler, pedí otro trago, éste para mi, y antes de seguir con la andanada teenager les pregunté ¿Por qué insisten en saber si uno tiene novia, esposa, niños, animales o cosas? Casi al unísono me respondieron que los que tienen esposa se enrollan menos, no se enamoran de una, sólo vienen a divertirse, pagan mejor, cuatro tiros de una y yo centro de la diana. Eso si, contraataqué: ¿Y ustedes no se enamoran? Unísono: No papí, nada de eso, y ahí estaba el tío Pepe, contemplándome, reafirmando su mito de que las putas de no se enamoran.¿Infalibles? Que va viejo, pensamiento no verbalizado, ¿Cuánta vaina puede pensar uno y guardársela? Que digan lo que quieran, seguro que se han enamorado, como mínimo de una cartera Louis Vuitton cuando alguien la saca para pagar la cuenta.
En definitiva, a expensas de mi ebriedad, volví a las preguntas, o bueno lo intenté, aunque en realidad había pasado toda la noche haciéndolas, pero tenía derecho: pagaba los tragos. ¿Qué accesorios no faltarían en su cartera? ¿A qué personas de la historia les hubiese gustado conocer? Fue un momento cumbre, lo juro, me sentí cuan jurado del Miss Ecuador, sólo que no vestía de traje, no tenía al lado a Luis Tipan y estas tipas no decían que tenían 17 años, que pesan 40 kilos (eso si es cierto), y mucho menos tenían las medidas 90-60-90, aquí, la vaina era más o menos: 120-60-120. Debo reconocer que nunca supe qué o si me respondieron, lo que alcancé a oír provenía de una galaxia lejana, muy lejana (¡Gracias George, te queremos!) dado que mi nivel de alcohol sobrepasaba mis límites y lo único que recuerdo a ciencia cierta, es que mi tío me palmeó la espalda nuevamente y sólo pude contarles esto: las putas no se enamoran.